Ana Aguilera



Hola soy Ana Aguilera y soy adicta a la palabra escrita, cantada, tarareada, en voz alta o aún mejor dicha al oído… hermosa adicción que sobrevive a años de inyecciones de realidad , un mal recurrente diagnosticado como hereditario. Crecí rodeada de palabras, la primera que yo dije fue luz, pero… eso es irme muy lejos. Resumiré esas lejanas etapas de la vida diciendo que mi madre cuentera y cuentista, lectora imparable, llenó mi infancia de anécdotas y  la memoria más recurrente que tengo de ella es arrodillada frente a su cama leyendo como en un ritual casi religiosos. Un padre sediento  de letras y palabras, un abuelo poeta y una familia bohemia hicieron de la adolescente tímida que era yo, alguien que encontró en la escritura refugio, libertad, la manera más fácil de volar y de realmente hablar… Viajé y escribí mi historia para no sentirme  lejos. Cartas, diarios de viaje y ensayos fueron mis compañeros y confidentes, mi diversión y así se fue llenando el baúl de los recuerdos que ahora se desborda y que me regresa el mismo feliz diagnóstico: Los libros son la adicción y la terapia en una sola pastilla de magia y el único remedio es  seguir en el camino de los cuentos.






CAMINANTE NO HAY CAMINO


Qué tiempos aquellos, compadre, en que la brisa nos pegaba en la cara y  el sol en la espalda, en que  el camino largo por recorrer era solo metáfora, idea y quimera. Qué tiempos aquellos en que vivíamos rodeados de cariño, sin prisas, con el alma contenta y la panza casi siempre llena.
Me acuerdo de cuando todavía  teníamos ese techo que nos cobijaba aunque solo fuera de lámina, en que trabajamos de sol a sombra y de nuevo de sombra a sol pero sabíamos qué éramos, de dónde veníamos  y donde habíamos llegado. Teníamos identidad, patria, aunque no fuera la de nuestros padres. Éramos cowboys  y manejábamos trocas, tomábamos una beer de vez en cuando sin cuidarnos las espaldas.
Ahora esa mentada metáfora se convirtió en realidad y  el largo camino por recorrer es realmente largo,  very long … parece interminable, sin obstáculos más que los pies cortados, los guaraches reventados  y el cansancio de no saber.
Terminó la buena racha, terminaron los días de esa juventud que imaginamos eterna,  de la que solo quedan cenizas…  y nos quedamos solos,  y nos vamos.
¿Qué fue lo que pasó? Se supone que ellas son más longevas, la vida las hace fuertes y  resistentes. ¿Porqué  mi vieja, mi amor, mi compañera, mi shula,  tuvo el tino de ser frágil?  El cuerpo que tanto tiempo alimentó mi mente, mis deseos y mi alma la traicionó. Esa manía de dar sin recibir, ese mal habito de dulzura y de risa fácil, me mal crió, compadre,  y este camino sin ella se convierte en mi enemigo, mi  torturador, uno al que le gusta mirarte a los ojos mientras sudas frio  ante el dolor, uno que no se da por vencido y te va cortando vena por vena  hasta que te desangras gritando tu inocencia.
Como te agradezco tu compañía, mi sangre. No fue fácil decir adiós a la tierra que nos vio nacer y ahora la tierra en donde  la enterré,   pero  ha sido más llevadero contigo a mi lado. Eres mi familia porque así lo quise yo.  Este camino que recorremos es como caminar al revés, llevándonos una historia  y regresando a  otra aún por vivir.
¿Cuál será el futuro, mi bro? ¿Seguiremos caminando como aquellos pobres refugiados en África buscando un oasis donde plantar raíces? ¿Seremos balseros en un mar de  lodo y piedras,  caminaremos buscando la tierra prometida huyendo de la que siempre llamamos casa?
¿Me  escuchas, brother? Hace un momento eché un vistaso para asegurarme que sigues ahí.  ¿Te aburro o es solo que  prefieres seguir con la mirada hacia adelante y no pensar? Te decía que… se fue y ahora me voy yo. Te contaba que ella fue mi sustento, mi fuerza, mi ancla, mi raíz y ahora ya no tengo raíz.  Y pues, aquí estoy en el camino, cargando mi vida en una maleta, buscando otra ancla, contigo a mi lado. Sigo adelante aunque el horizonte parezca lejano,  aunque no podamos subirnos al tren que anuncian los espectaculares al lado del camino, aunque nuestro color de piel denuncie un crimen no cometido, aunque  los rasgos de esa familia que ni conozco me lleven lejos de su tumba, de mi casa con techo de lámina, de mi home. Oye, gracias por la plática, bro, siempre tan enriquecedor.




Ana Aguilera